13 de marzo de 2017

Descripción estática: Opulencia

Al final de un largo camino de piedras grisáceas rodeado de estatuas clásicas, árboles esmeralda y preciosas plantas de todos los colores que se pueden imaginar, se encontraba un gran palacio, digno de un rey; en este caso, de un gobernador. Chris llegó a la puerta, dio unos toques y un hombre de uniforme le abrió.

Carta literaria: La música de mi cabeza

El sábado pasado fui a ver un espectáculo sobre musicales clásicos y confieso que no pude haber disfrutado más. Cierto es, no te voy a mentir, que la mayoría los había visto de pasada o la semana anterior para no perderme durante el show, pero quedé enamorada completamente de la puesta en escena, de las voces, de los actores y de todo el ambiente en general que crearon. Incluso me hizo olvidar todos los barullos que tenía en la cabeza, ya sabes cómo andaba mi familia y cómo ha acabado todo al final. Salí de casa sin ganas de nada, hasta pensé en no ir al teatro, pero ya lo tenía pagado y no iba a dejar a mi amiga de lado. Además sabía que salir me animaría aunque fuera un poco, y me arrepentiría luego si me quedaba en casa. Total que me encontré con mi amiga y nos fuimos las dos directas al teatro. No sé cómo lo hace, pero a su lado todo es más divertido. Entre eso y lo mucho que me gustó la obra casi se me olvida por qué estaba triste. Casi. De vez en cuando, en los oscuros me acordaba, pero me decía a mí misma que tenía que disfrutar y relajarme aunque solo fuese un rato. 

Estructura compleja (encadenamiento por continuidad): Tarta tonta

Todos los cumpleaños la misma historia: la tarta era trabajo mío. Maldito el momento en el que me aficioné a la repostería. Como no me quedaba más remedio me puse el delantal y abrí mi cuaderno de recetas. Las hojas estaban arrugadas, manchadas de masa, de aceite, de chocolate, la tinta de algunas palabras estaba emborronada… pero me daba demasiada pereza comprar uno nuevo. Un escalofrío recorrió mi espalda al ver los ingredientes. ¿Tendría todo lo que necesitaba? Me temía que no, y la ojeada que eché a la despensa me lo confirmó. 

Microrrelato hibridado con imagen: Azul

Los domingos eran mi día favorito de la semana. Siempre escuchaba que eran los peores porque al día siguiente se volvía al trabajo o a la escuela, pero a mí no me importaba porque los domingos eran los días de visita. 
Por la mañana temprano desayunaba, me ponía algo bonito y me sentaba a esperar en el salón hasta que mis padres se preparaban. El rugir del motor del coche al arrancar me ponía los bellos de punta. Al principio el paisaje que veía desde la ventanilla no era gran cosa, la ciudad es ruidosa y, muchas veces, muy sucia, pero al cruzar el túnel todo cambiaba. Cambiaba el color de la vegetación y me atrevería a decir que también lo hacía el del aire. Ese paisaje te hacía olvidar que la carretera estaba ahí e incluso el cielo parecía más azul. Pero lo que más me gustaba de ese color era lo que me esperaba en mi destino. 
Bajé del coche y una oleada de olor a flores me golpeó de una forma dulce que recordaba perfectamente pues todos los domingos era igual. Parecía que allí no pasaba el tiempo y no solo por lo magníficas que siempre estaban las rosas sino porque cada vez que cruzaba la verja azul allí estaba ella, sentada en su silla con su vestido de los domingos esperándonos igual de impaciente que yo. 
-Buenos días, abuela- le dije mientras la abrazaba y aspiraba su dulce olor a café y lavanda.

Microrrelatos

Una y otra vez
Intentaron olvidarse, pero solo consiguieron recordase.

Festín
El tintineo de cubiertos formaba una pequeña orquesta junto con las risas, los sorbos y los secretos a voces. Podría haberse unido, pues le gustaba mucho cantar, pero el único sonido que emitiría sería el de su espalda crujir al ser acuchillado por su comensal.

Haiku

En este caso no hice uno, sino tres. Era un formato corto y relativamente fácil, aunque admito que en el último me dejé llevar más por el cachondeo con mis compañeros que por el gusto de escribir. 
Si no sabéis qué es un haiku os dejo la página El Rincón del Haiku donde se explica muy bien cómo se construyen, su historia y también muchísimos ejemplos, entre otras cosas.
Ahí van los míos, con fotos y todo.

Dato escondido: Ella

Preciosa era el adjetivo que no paraba de repetir y grandiosa era el piropo más discreto que le sabía dedicar. No paraba de describírmela con todo detalle y yo temía que se me pasara la parada del autobús. Él era uno de esos hombres mayores que con solo dar los buenos días ya te contaban su vida entera, pero era muy agradable escucharlo. Me había pillado por sorpresa cuando le cedí mi asiento hacía tres paradas y ya conocía a su gran amor como si fuera el mío mismo. Apreté el botón rojo, como me habían indicado, me despedí de él amablemente y bajé preparada para mi primer día en aquella nueva ciudad, aunque ya no me parecía tan nueva después de todo lo que me había contado aquel hombre.