1 de enero de 2014

Año nuevo, misma vida.

Muchas personas, por no decir todas y cada una de las que habitan el planeta Tierra, piensan que cuando termina un año se acaban los problemas de ese período y, empezando el nuevo año, empiezan una nueva etapa. Muchos se ponen los famosos "propósitos de año nuevo" que pocos (o ninguno) cumplen: hacer ejercicio, estudiar más, ser más generoso, dar amor a familiares y/o amigos, encontrar pareja, leer esos libros que se dejaron atrás... entre otros. Pero ¿qué es lo que hace pensar eso?

Cuando un año acaba, tras las 12 campanadas del 31 de diciembre, cambiamos un número de año. ¿Qué es lo que eso conlleva? Para mí sólo significa que el calendario que ha estado colgando en mi pared durante todo el año ya no me sirve.
El calendario es un instrumento creado hace mucho tiempo como método de medición y control de los días, meses y años. No es algo físico (bueno, sí lo es el calendario en papel), pero tampoco es algo mágico, es decir, porque cambiemos de calendario nuestra vida no va a dar un giro radical (ni tampoco va a cambiar gradualmente). Si queremos cambiar algo de nuestras vidas, si queremos cambiar nosotros no hace falta que comience un nuevo año, sólo es cuestión de ganas, de empeño. Si quieres que tu nuevo año, tu etapa de cambio, empiece a mitad de marzo puedes hacerlo (o a finales de junio o a principios de agosto...). No importa cuando lo hagas, lo que importa es que lo hagas.
Esa famosa frase de "año nuevo, vida nueva" no tiene sentido. Si esperas sentado cuando suene el reloj de la Puerta del Sol a que tu vida de un giro drástico, mejor vete a la cama y cambia de idea.

Y esta es mi reflexión del día 1 de Enero de 2014. Feliz año a todos y si queréis que el años 2014 sea diferente no le pidáis un deseo, ponedle empeño y será tan bueno como queréis que sea.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Todo tipo de comentarios serán bien recibidos excepto aquellos con insultos, ofensas o críticas destructivas. Gracias y ¡vuelve pronto!